Luego de la expulsión del Jardín del Edén, descrito en los primeros capítulos de la Biblia, el pecado fue excesivo sobre la Tierra, creando así una degeneración física y espiritual en el hombre que termino llevándolo a la muerte. Es sabido por todos que este fue el motivo por el cual Dios abrió una torrencial lluvia, que termino por convertirse en el primer diluvio, que tenía como prioridad acabar con los descendientes de Caín y posteriormente con todos aquellos que decidieron llenar de violencia la Tierra (Génesis 6:13).
Miguel Ángel |
Después de este gran acontecimiento, es lógico que Noé y toda su familia tuvieran temor de Dios, mas del que ya le tenían, de lo contrario no se habrían salvado. Muestra de ello, fue el altar que Noé levanto para ofrecerle sacrificios a Dios (Génesis 8:20). Para ese entonces, Dios aún no había hecho un Pacto con Noé, acerca de no volver a mandar un diluvio, es aquí donde los escritos judíos que han venido de generación en generación, intentan complementar esta parte de la historia bíblica (sin modificar el final), con un relato que posee una reflexión.
Un Segundo Diluvio
Se dice que Noé llego a pensar que Dios inundaría la Tierra
todos los años, condenando los pecados que cometiesen los hombres en ese lapso,
lo que se vería como una purificación anual. Una forma para poder evitar esta destrucción,
fueron los holocaustos que le ofrecieron a Dios, con lo cual le pidieron que en
el futuro les permitiera continuar con la primitiva situación próspera que se venía
dando antes del diluvio, recordando que ya se estaban implementando mecanismo
de producción, tanto de alimentos como materia prima, de parte de los
descendientes de Caín, que no supieron emplearlos correctamente (Génesis 4:22).
Ellos buscaban, que Dios
ya no los castigara con una catástrofe semejante, por la que correría peligro
de desaparecer una gran cantidad de especies, sino que, como ya había castigado
a la anterior generación, tratara con consideración a los que por su bondad
habían sobrevivido y habían sido juzgados dignos de escapar a aquel castigo
espantoso, ya que serían más desventurados que aquéllos y condenados con mayor dureza
si, en vez de ser salvados para siempre, eran reservados para un posterior
diluvio, conociendo del primero el miedo que infundió y la experiencia de él, y
del segundo, la perdición que les traerá.
Por todo ello lo animaba a que aceptara amablemente su
ofrenda y a que no guardara enojo alguno contra la Tierra, a fin de que,
aplicados a su cultivo, pudieran fundar ciudades, vivir dichosamente y no
carecer de ninguno de los bienes que disfrutaban ya antes del diluvio, cuando
los hombres alcanzaban una gran vejez y una extensión de vida igual a la de los
primeros hombres (algo que se fue degradando con el pasar de las generaciones).
Gustave Doré |
Dios acepta tas Peticiones de Noé (Génesis 8:21)
Una vez que Noé termino de dar su peticiones, Dios, que
amaba a este hombre por su rectitud, le prometió que le daría satisfacción en
sus ruegos, explicándole que ni había sido Él la causa de la destrucción de los
hombres, sino que ellos habían sufrido aquel castigo por su propia perversidad y
que, si hubiera decidido hacer desaparecer a los hombres una vez nacidos, no
los habría traído a la vida, ya que resultaba más prudente por principio,
negarles el don de vivir que, tras dárselos, quitárselos. Y terminó con estas
palabras:
Sólo que me obligaron a imponerles este castigo al ofender mi santidad y virtud. Pero en el futuro dejaré de tomar represalias por sus crímenes con tanta crueldad, y mucho más pidiéndomelo tú. Y, si alguna vez más enviara lluvias torrenciales, no temáis la enormidad de las aguas, porque ya no cubrirán la tierra (el diluvio fue la primera lluvia que vio el hombre). Os exhorto, sin embargo, a que os abstengáis de derramar sangre humana y a que os mantengáis limpios de asesinato, castigando a quienes cometan un crimen semejante, y a que os sirváis, en cambio, de todos los otros animales para lo que queráis y os apetezca, ya que os he hecho para que seáis señores de todos ellos, no sólo de los que pisan la tierra y de los que nadan en las aguas, sino también de cuantos se columpian y vuelan por los aires, pero siempre desprovistos de sangre, dado que en ella reside el alma. Por otro lado, os indicaré el cese de las lluvias con mi arco.
Comentario de Flavio Josefo, Basado en Génesis 9:1-17
Estas últimas palabras son con las que se refería antes al
arco iris, ya que las personas de aquel entonces entendían que era el arco de
Dios. Una vez que hubo pronunciado estas palabras, y hecho estas promesas, se
alejó.
Noé Después del Diluvio |
La Negativa de Establecer Colonias
Los hijos de Noé, Sem, Jafet y Cam, quienes habían nacido
cien años antes del diluvio y que fueron los primeros en bajar de los montes al
llano, construyeron en él sus viviendas, y se podría deducir que habían personas
que aun tenían un miedo atroz a causa del diluvio en las llanuras (por los
relatos de sus padres) y que se encontraban reacios a bajar de los lugares
elevados ante un nuevo diluvio.
Al final los persuadieron a que cobraran confianza y siguieran a sus lideres. Y la llanura en la que ellos se establecieron primero, fue el Señar (Sinar, lugar rodeado por el río Tigris y el Éufrates). Y por el mandato de Dios a que se expandieran, para dar salida a la abundante población y dar paso a la construcción de colonias, en vez de mantener disputas entre ellos, y así cultivaran terrenos extensos y disfrutaran de abundantes pastos. Pero ellos, que no atribuían los bienes que poseían a la benevolencia divina, sino que consideraban su propia capacidad la causa de su prosperidad, no le obedecieron y mucho menos le ofrecerían holocaustos. Otro motivo más para desobedecer la orden de Dios fue la desconfianza, que los incitaba a la colonización por malas intenciones, para que al dividirse, resultaran más vulnerables. Como ya se sabe, el final de esta colonización dio paso a las construcciones en la tierra del Sinar, en la cual Nimrod se alzó como el primer rey sobre los hombres.
A pesar de que este relato judío nos da una perspectiva diferente, de cómo la población veía el nuevo comienzo en la Tierra, no es motivo para rechazarla, dado que el fin es el mismo, en hacernos ver nuestra falta de confianza en los estatutos de Dios y temerle mas por su furia que por su Santidad, ante cualquier circunstancia que nos comprometa a fallarle. El mensaje consiste en diferenciar muy bien, entre el temor humano y el espiritual, para ser capaces de atender a la voz de Dios en todas las áreas de nuestra vida que nos conducen a la piedad.
Museo Nacional de Arte |