Aarón, Sumo Sacerdote de Israel

Heb. 175 Aharón, ה א ,de significado desconocido; gr. Haarón, Hermano mayor de Moisés, su compañero e intérprete ante el faraón. Fue el primer sumo sacerdote consagrado de Israel (Ex. 28:29: Lv. 8) y antecesor de todos los sacerdotes legítimos. Según las tradiciones hebreas, nació en Egipto el 1574 a.C. y murió en el monte Hor a la edad de 123 años. Era hijo de Amram y Jocabed, del linaje levítico de Coat (Ex. 6:20). Vio la luz en Egipto tres años antes que su hermano (Ex. 7:7). Tomó por esposa a Elisabet, con la que tuvo cuatro hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar (Ex. 6:23). No conocemos nada de la vida de Aarón antes de su vocación. Asociado por Dios a Moisés como su intérprete o portavoz debido a su elocuencia (Ex. 4:13-16), desempeñó su misión tanto ante el pueblo (Ex. 4:27- 31), como en presencia del Faraón (Ex. 5:1-58; Sal. 77:20), ejerciendo con su hermano un oficio profético (Ex. 7:1-2). Bajo la dirección de Moisés ejecutó prodigios superiores a los de los magos egipcios (Ex. 7:8-12) y fue el instrumento de Dios en la manifestación de las plagas con que fue quebrantada la resistencia del Faraón. Ante tales fenómenos, los sabios egipcios no pudieron hacer otra cosa que exclamar: «El dedo de Dios está aquí» (Ex. 7:1-2).


Un mes después de la salida de Egipto, hubo de escuchar, junto con su hermano, las murmuraciones del pueblo en el desierto de Sin, al que apaciguaron con la promesa del maná y de las codornices, viendo Aarón reforzada su autoridad mientras hablaba a la turba con la aparición de la gloria de Yahvé en forma de nube (Ex. 16:1-10). Por orden de Moisés conservó una urna llena del maná, que colocó juntamente con las tablas de la Ley en el Arca del Pacto (Ex. 16:33-34). Compañero de su hermano también en la oración, lo hallamos sosteniendo en alto los brazos de Moisés hasta la puesta del sol durante la batalla librada por Josué contra los amalecitas en Refidim (Ex. 17:8-13). En el banquete que Jetro, suegro de Moisés, ofreció a los ancianos de Israel participó también Aarón (Ex. 18:1-12). Tuvo el raro privilegio de subir con Moisés al monte Sinaí, acompañado de sus hijos Nadab y Abiú y de los setenta ancianos de Israel, y de ver a Dios sin perder la vida, recibiendo el encargo, juntamente con Hur, de resolver las dificultades que se pudiesen presentar durante la ausencia de su hermano, que había de prolongarse durante cuarenta días y cuarenta noches (Ex. 24:9-18). Aarón cedió ante las presiones del pueblo, temeroso de que Moisés no regresara, e hizo fabricar un becerro de oro que marchase al frente de la congregación de Israel. Con la esperanza de disuadirles, pidió a los israelitas los pendientes de oro que llevaban en las orejas, pero habiéndose desprendido todos de las joyas, Aarón las hizo fundir en un simulacro muy semejante a los que habían conocido en Egipto, ante el cual el pueblo gritaba: «He aquí tu Dios que te sacó de Egipto»; al mismo tiempo se prepararon los enseres necesarios para un holocausto y un sacrificio a la mañana siguiente (Ex. 32:1-6). Los cantos y las danzas fueron interrumpidos por la llegada imprevista de Moisés, que montando en cólera redujo el ídolo a cenizas y lo arrojó al agua, dándola a beber a los culpables. Moisés reprochó la conducta de su hermano Aarón por haber llevado al pueblo a semejante ocasión de pecado, y hubiese perecido él mismo víctima de la venganza de los levitas, que pasaron a cuchillo a unos tres mil hombres, de no haber intervenido el mismo Moisés en su favor. Las palabras que dio como excusa de semejante proceder indican que obró por coacción del pueblo, enceguecido en su rebeldía (Ex. 32:17-29). El relato de la promoción de Aarón y de sus hijos al sacerdocio da una idea de la importancia que el culto a Yahvé tenía en la Ley de Moisés. Se describen sus vestiduras con todo detalle (Ex. 39:1-31), así como el ceremonial de su toma de posesión, que culminó con la bendición de Aarón al pueblo y la manifestación de la gloria de Yahvé (Lv. 8-9). Una falta de confianza en la Palabra de Dios en Cades atrajo sobre Aarón y Moisés el castigo de no entrar en la Tierra Prometida (Nm. 20:1-13). Murió a la edad de 123 años en el monte Hor y el pueblo le lloró durante treinta días (Nm. 20:22-29; Dt. 10:6; 32:50-51). La estirpe sacerdotal se designa con el nombre de «Casa de Aarón» (Sal. 115:10-12). Su carácter careció de la firmeza y las dotes de dirigente que tuvo su hermano Moisés, lo que le arrastró a pecar con el pueblo, aunque supo humillarse y reconocer su falta. Dios usa a quienes se arrepienten de su pecado y reconocen sus errores.