La Parábola de la Moneda Perdida - Estudio Bíblico

Supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido. Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles* por un pecador que se arrepiente.

Lucas 15:8-10 NVI

Parábola de la moneda perdida
La Moneda Perdida


El Valor de la Moneda

Era una costumbre muy antigua que a las mujeres judías se les diera diez monedas de plata como regalo matrimonial. Por obvias razones, estas monedas tenían un gran valor sentimental, idéntico al del anillo de bodas y perder una era muy desesperante y trágico para una mujer. En sí, la moneda tiene un valor muy alto, ya que representa el salario de un día de trabajo para cualquier persona en la región de Judea.

Debemos tomar en cuenta, que esta parábola va acompañada de otras 2 más, que son producto del desprecio de los religiosos hacia los pobres, enfermos, o como ellos los llamaban, impuros y pecadores. Lo que indica que la mujer mencionada en la parábola, era de escasos recursos. Un motivo más, para buscar desesperadamente la moneda. 

Los Medios de Búsqueda

La mujer, tras perder la moneda, hace uso de una lampara (no necesariamente porque sea de noche, sino porque se sabe las casas más humildes no tienen ventanas en las antigua Israel). También utiliza una escoba improvisada (posiblemente con una hoja de palmera, que era muy común hacerlo) para que, al momento de hacer contacto con la moneda, esta produzca un sonido al chocar con el suero rocoso.

Parábola de la moneda perdida
Parábolas de Jesús

La Gracia Redentora

Dios toma el papel de la mujer, que de manera desesperada busca encontrar y redimir a la humanidad entera, para ello envió a su único Hijo Jesucristo, “La Luz del mundo” - La lampara para encontrar la moneda que estaba perdida. Tanto la parábola de la oveja perdida y el de la moneda, nos muestra la incapacidad del hombre, de hallar la senda correcta y el perdón de pecados (al ser objetos estáticos), en las dos parábolas es la misericordia de Dios la que termina rescatando lo que se había perdido

Recordando lo Perdido

Jesús le mostro al pueblo la gran necesidad que tenían de la salvación. Para algunos era algo desconocido, para otros era algo imposible dada la situación de opresión que vivían bajo el imperio romano. Algunos pensaron, que Dios se había olvidado de su pueblo. Con esta base Agustín de Hipona, hace una importante reflexión, en su obra “Confesiones”,

Destacando el aspecto de la memoria de la mujer de la parábola, como forma de resaltar la memoria de Dios sobre cada hombre. Llamó la atención de que entre la gran cantidad de cosas que conserva la memoria, se incluye el olvido: es posible recordar que se ha olvidado, el olvido no es lo contrario de la memoria sino uno de sus elementos. Según Agustín, si la mujer no tuviera memoria, no podría reconocer la moneda. La mujer puede recuperar la moneda porque puede reconocerla. Si no hubiese recordado no la hubiese encontrado. Y así, después de haberla encontrado, ¿cómo hubiera sabido si era o no esa misma, si no hubiese guardado el recuerdo de ella?

Parábola de la moneda perdida
La Búsqueda


Reflexión de Agustín de Hipona

La reflexión de Agustín culmina en una oración en la que relaciona la memoria con la misericordia de Dios:

"Te invoco a ti, Dios mío, misericordia mía, que me has hecho y no te has olvidado de quien se olvidó de ti".

Confesiones, Libro x, Capítulo XVIII

Conclusión

Así como la alegría que significaría para una mujer hallar la moneda extraviada, también los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente. Cada individuo es precioso para Dios, no importando su situación, ya que la gracia del Señor es más que suficiente para renovar una vida. Se aflige por cada perdido y se regocija cuando encuentra y lleva al Reino a alguno de sus hijos a la vida eterna. Los fariseos no pudieron comprender este misterio del perdón de Jesús, por ello siempre despreciaron a los desvalidos. Quizás tendríamos más gozo en nuestras iglesias si testificamos del amor de Jesús y nos preocupamos por el perdido en vez de despreciarlo.

Parábola de la moneda perdida
La Moneda Perdida