Antes del reencuentro con Esaú, Jacob, quedando sólo, tiene un encuentro personal con Dios que se desarrolla de la siguiente manera: Primero, una lucha física con un hombre que se le aparece (Génesis 32:22). Al principio no se da la identidad del contendedor, pero muy pronto se da a entender que el encuentro no es con un ser humano.
La lucha dura toda la noche indicando la tenacidad y fuerza de Jacob. Como resultado de la lucha física y prueba de que no fue sólo un sueño, Jacob queda afectado del nervio ciático o tendón de la pierna. Esto le causa una cojera que limita permanentemente su fuerza física.
La Herida de Jacob
Jacob al día siguiente cojeaba por la herida que recibió en el muslo. Era una prueba de que todo lo que le había pasado durante la noche no era pura ilusión. Esto simboliza lo que costó en términos de pérdida de orgullo, la transformación sufrida por el pueblo de Dios ya que ahora el patriarca cojeaba de su cadera, por lo tanto de aquí en adelante el caminar de Jacob no sería igual. Su andar le recordaba a él y a quienes lo veían que era una persona tocada por el Señor.
Más adelante Jacob, ahora llamado Israel se postró ante Esaú en lugar de caminar cojeando para estar en frente de él. ¡Es siempre trágico cuando un "Príncipe con Dios" se atemoriza ante un hombre del mundo! Mejor es cojear por fe que postrarse voluntariamente (recomendación para el cristiano), pero en el caso de Israel, su hermano no iba con la intensión de intimidarlo, sino de abrazarlo y llorar sobre su hombro.
La Herida en la Tradición Judía
De esta anécdota se desliga la costumbre en Israel de no comer “el tendón femoral de la articulación del muslo”, el cual es sacado con cuidado, y donde no hay personas bastante expertas para esta operación, ellos simplemente no comen las piernas traseras de los carneros. En la legislación mosaica no se dice nada acerca de esto, aunque sí en los escritos rabínicos de la Mishna (después del 150 d.C.). Sin duda que esto obedece a costumbres arcaicas ancestrales, cuya explicación histórica es difícil, pero que el pensamiento judío lo ha relacionado con anécdotas folklóricas de la vida del gran patriarca Jacob.
El Diálogo de Jacob
Se desarrolla un diálogo de tres intercambios, al final del cual, Jacob sale transformado espiritualmente, con una nueva identidad y con la bendición pedida.
En la primera y segunda conversación, el Ángel toma la iniciativa y pide una liberación de la lucha. Quiere así dar por terminada la lucha y también intenta proteger su identidad. Jacob no le niega la libertad sino le condiciona: "No te dejaré, si no me bendices".
Seguro de la identidad divina de su contendedor, Jacob pide una bendición. El Ángel cambia el tema y pregunta a Jacob por su nombre. El nombre, más que una identidad convencional o diferenciativa, refleja la personalidad de Jacob, lo cual implicaba todo lo que él había sido hasta entonces.
En la tercera conversación, Jacob toma la iniciativa y pide conocer el nombre de su contendiente. Conocer el nombre personal de la divinidad significa privilegio de invocar su ayuda, su presencia. Es penetrar en la naturaleza misma de la deidad. (Los judíos hasta hoy día no pronuncian el nombre personal de Dios.) En vez del nombre, Jacob recibe la bendición.
El Cambio de Nombre
Aunque el énfasis recae sobre la lucha sostenida por Jacob, su transformación personal es un importante elemento secundario que influye en gran manera en la formación de la nación de Israel, que es el elemento principal en el relato bíblico.
Aquí hay una confesión de reconocimiento de que realmente Jacob era un “suplantador”, y que el engaño había sido su arma en las dificultades de su vida. Tras esta confesión, viene la transformación e identidad nueva: No se dirá más Jacob, sino Israel. Este nombre, que significa “El que lucha con Dios” o "Príncipe de Dios", no sólo identifica a Jacob, sino que sera la identidad de la nación escogida por Dios históricamente, que lo acompañaría en sus grandes conquistas territoriales en Canaán, esto hace que su identidad este ligada a ese encuentro con Dios, consistente con el llamamiento de Dios a Abraham, la confirmación a Isaac y la experiencia de Jacob.
La tenacidad y persistencia de Jacob en ser el instrumento humano del pacto, pese a las adversidades, le hace acreedor de la victoria personal y generacional.
Un Gran Testimonio Personal
Jacob llamó el nombre de aquel lugar Peniel, diciendo: Porque vi a Dios cara a cara y salí con vida. Este es un gran testimonio: "He visto a Dios". Ninguna persona puede seguir siendo el mismo de antes, después que se ha encontrado cara a cara con el Señor. Hoy nosotros logramos la misma experiencia de relación con Dios por medio de Jesucristo. El dijo: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Juan 14:9).