La Guerra entre Israel y Amalec

Israel venia de enfrentar varias pruebas en su fe a través de la crisis alimenticia en el desierto, pero en lo militar su fe solamente había sido probada por el seguimiento de un enemigo de atrás (Egipto). Ahora se hacen presentes los amalecitas quienes mostraron otra clase de dificultad: un enemigo armado en frente de ellos que les impedía su avance hacia el Monte Sinaí. Era el primer conflicto armado de Israel después de la partida de Egipto. Aunque es imposible identificar precisamente la localidad de la batalla, la victoria en la zona de Refidím formó una parte vital de la memoria de la Providencia de Dios (Éxodo 17:8-16). Aquí por primera vez frente a una amenaza, el pueblo no murmuró contra Dios y sus dirigentes.

Moisés


El Origen de Amalec

Los amalecitas eran descendientes de Esaú (Génesis 36:12). Era un pueblo nómada que se había establecido al norte de la península del Sinaí, que incluía el Néguev, Seir y el sur de Canaán. Ejercían el control de las rutas caravaneras entre Arabia y Egipto, y evidentemente pensaban que no había suficientes pastos y aguas para que dos pueblos ocupasen el terreno tradicional de sus peregrinaciones. 


Los Motivos del Ataque

El Texto indica de que no hubo una ocasión para este ataque, pero como descendientes de Esaú, los amalecitas conservaban un rencor profundo contra ellos, especialmente por la prosperidad rápida y la experiencia maravillosa de Israel, mostraban que las bendiciones contenidas en la primogenitura eran tan palpables para las futuras generaciones. Este hecho parece haber sido una sorpresa ruin, cobarde, insidiosa y perversa contra la integridad de Israel y el propio Dios. 

Ellos, juntamente con los cananeos, trataron de impedir la entrada de Israel en la tierra prometida (Números 14:43-45). Balaam los llamó la primera de las naciones (Números 24:20) por su gran antigüedad. Más tarde Saúl (1 Samuel 15) y David (1 Samuel 30) lucharon contra ellos. Finalmente fueron destruidos como pueblo en la época de Ezequías (1 Crónicas 4:43). 


Dato Curioso

En el libro de Ester, Amán, el enemigo de los judíos, era un agageo (Ester 3:1), un descendiente de Agag, el rey de los amalecitas que fue despedazado por Samuel (1 Samuel 15:32-33). A través del Antiguo Pacto los descendientes de Amalec fueron enemigos de Israel y la batalla en Refidín fue un presagio del porvenir.

Biblia

Josué Lidera al Ejercito

Por primera vez en la historia aparece Josué, y se lo presenta en el texto como alguien ya conocido por el pueblo. El es el conductor de las fuerzas israelitas, aunque en realidad es Moisés quien dirige la batalla. Normalmente identifica a Josué como el ayudante de Moisés (Números 11:28). En Números 27:18-23, se le nombra sucesor del gran profeta y líder de Israel.


La Vara de Dios

En la batalla no es del todo claro el papel que jugaba la vara de Dios. Moisés dijo a Josué que estaría sobre la cumbre de una colina durante la batalla con la vara de Dios en la mano. Cuando alzaba la mano, Israel prevalecía; se presume que tenía la vara en la mano levantada, aunque el versículo simplemente indica el éxito militar cuando la mano estaba levantada. Pudo haber tenido la vara en la otra mano. Cuando a Moisés se le cansaron las manos, Aarón y Hur buscaron una piedra para que se sentara y levantara sus manos por más tiempo, el uno de un lado y el otro del otro lado. Posiblemente Moisés alternaba las manos alzando la vara en una y después en la otra antes de cansarse totalmente. De todos modos, los dos ayudantes fueron fieles en su servicio al profeta y fueron instrumentos vitales en la victoria ganada aquel día.


En cuanto a Hur, se lo nombra como si fuera un hombre bien conocido; sin embargo, fuera de la referencia aquí, su nombre aparece únicamente una vez más en el libro de Éxodo (Números 24:14). La tradición judía relata que era el esposo de María y el abuelo de Bezaleel.

Moisés

Posible Interpretación

Hay varias interpretaciones posibles del texto: Con una vista simple al texto, parece haber sido una obra milagrosa. Con la mano levantada, de alguna manera misteriosa el ejército de Israel avanzaba contra el enemigo. Cuando se cansaba Moisés y bajaba la mano, los amalecitas prevalecían. Únicamente con la ayuda de Aarón y Hur podían los israelitas vencer. 


Más bien, desde la cumbre de la colina Moisés dirigía a los soldados israelitas con señales convenidas por medio de la vara alzada. Mientras que los hombres de Israel veían las indicaciones de Moisés, prevalecían; pero, al no verlas, fracasaban. Moisés tenía sus manos alzadas en oración; sin embargo, nada del relato indica que Moisés alzaba sus manos con este propósito. No hay duda en cuanto a su preocupación y oración; sin embargo, no se encuentra en el texto ninguna palabra de súplica al Señor. Posiblemente la mejor interpretación sea la siguiente: El levantar la mano era un hecho simbólico y profético que indicaba a las tropas que el Señor había entregado al enemigo en sus manos. Mientras que podían ver a Moisés, seguían el ataque con vigor y confianza. Al no verlo, se desanimaban y se retiraban.


Simbología

El Antiguo Pacto habla del poder de la mano extendida del Señor (Isaías 9:12), y la vara de Dios era el símbolo del poder divino en la mano de Moisés. Con todo, probablemente hay dos factores en juego aquí: Uno psicológico, está relacionado con la acción simbólica de un profeta (Ezequiel 3:22, 5:17), y el otro se refiere al hecho de librar milagrosamente un poder divino por medio del levantamiento de la vara. Es difícil interpretar precisamente el papel que juega la vara en las plagas, en el cruce del mar y en la batalla de Refidím. Sin embargo, la acción de levantar la vara siempre fue acompañada de una demostración de la gracia y de la palabra profética entregada.

La Batalla contra Amalec


Registro de la Batalla

Después de la derrota decisiva de los amalecitas, el Señor dijo a Moisés que escribiese el relato de la victoria como un memorial histórico. Es la primera vez que se indica algo acerca del trabajo literario de Moisés (Números 33:2). No es de extrañarse de su habilidad con la pluma; había sido enseñado en las artes egipcias y se daba cuenta de la importancia de una crónica fiel.


Dato Curioso

El texto hebraico nos indica que el Señor le indicó que escribiese en el libro; no era en cualquier libro. El artículo significa un libro específico. ¿Cuál fue? El texto no lo indica. No parece ser el libro de Éxodo por la simple razón de la cronología; el pueblo apenas había iniciado su largo peregrinaje hacia la tierra prometida. El libro indicado sería una de las fuentes utilizadas más tarde en la confección de Éxodo. Posiblemente podría ser una referencia al libro de Jaser (Josué 10:13; 2 Samuel 1:18), o al libro de las batallas del Señor (Números 21:14). Los dos son escritos perdidos que existían en la época de Moisés y ahora aparecen únicamente como fuentes literarias citadas por algunos escritores antiguos.

Pergamino

El Altar de la Victoria

Al concluir la batalla, Moisés edificó un altar y llamó su nombre Yahweh-Nisi, es decir, Yahweh  es mi estandarte. La palabra "estandarte" también significa "bandera" o "señal". Se la usa raramente en el Antiguo Pacto (Números 21:8-9 hasta Números 26:10, como bandera en Isaías 5:26 e Isaías 11:12). Isaías 49:22 dice: Así ha dicho el Señor: “He aquí, yo alzaré mi mano hacia las naciones, y levantaré mi bandera a los pueblos“. ¡La mano misma del Señor era la bandera divina a las naciones!


En Refidím, la implicación del nombre Yahweh-Nisi es que Dios mismo era la bandera, o estandarte, alrededor del cual se reunió el pueblo. Moisés con su mano levantada hacia el cielo (probablemente con la vara) servía como un símbolo de la verdad e inspiraba al pueblo a luchar con fidelidad como ejército de Dios. Ya con la victoria ganada, se erigió un altar sobre el campo de batalla para dar gloria al Señor. Sirvió como un testimonio y memorial para las generaciones venideras.


Moisés resintió profundamente el ataque de los amalecitas. No había sido simplemente un ataque contra Israel, sino contra Dios  mismo: alzó la mano contra el trono del Señor. Esto era el pecado de Amalec; consecuentemente, Dios, no Israel, tendría guerra contra Amalec de generación en generación hasta hacerlo desaparecer como pueblo. 

Las batalla contra Amalec


Conclusión

Aun los líderes se cansan. ¡Benditos son los fieles hermanos y colaboradores que mantienen en alto las manos cansadas! Sin ellos no habría oposición ante el adversario. Nunca se debe dejar de apoyar y orar por los hermanos. Sin la firmeza de Aarón y Hur, Israel hubiera perdido la batalla de Refidím.


Hoy el nombre Yahweh-Nisi debe ser nuestro estandarte de vida y victoria cuando salgamos a defender nuestra fe ante la confusión cultural e ideológica que vive nuestra sociedad a la cual pretendemos llevar la palabra de verdad.

Moisés