Abraham el Padre de la Fe

Heb. 85 Abraham, ה א ,según la etimología popular «padre de multitudes», como si fuera ab-hamôn, «padre de una multitud» o «pueblo»; Sept. y NT Abraam, Ἀ α Primero de los patriarcas y padre del pueblo elegido (Is. 51:2), cuya historia se narra en catorce capítulos de Génesis (11:27-25:18). Parece ser que Abram, heb. א ,es una forma reducida de Abiram, nombre teóforo conocido en Babilonia, abi-rami, y en Egipto, abu-reheni. En los dialectos semíticos significa «el padre [Dios] es excelso, elevado». La forma Abraham es simplemente una variante dialectal que puede explicarse como una prolongación fonética del nombre Abram, que asegura con la h la consistencia de la vocal siguiente, o puede ser que la h sea un nuevo fonema.

Jan Victors

La Vida de Abraham

El clan de Abraham pertenecía al grupo de semitas noroccidentales que a comienzos del segundo milenio tuvieron un papel político importante en el Cercano Oriente, y a quienes se suele llamar amorreos o protoarameos para distinguirlos de los arameos del primer milenio a.C. Vivía en Mesopotamia, la llanura entre dos ríos, habitada en aquellos tiempos por dos pueblos, uno semita, el acadio, que vivía en el Norte; otro no semita, el sumerio, que habitaba en el Sur. Entre sus ciudades más antiguas están Acad, Erec, Ur y Babel o Babilonia. Las excavaciones de Ur, en el Sur, han dejado al descubierto calles enteras de tiempos de Abraham, templos y tablillas inscritas con los himnos que se entonaban en ellos. Aunque falte consenso entre los especialistas, la mayoría sitúa al clan de Abraham en Ur entre los siglos XIX y XVII a.C. Sabemos que en el siglo XVII toda la región de Ur, famosa por su relativa fertilidad, fue escenario de saqueos y pillajes debidos a un cambio de régimen político ocasionado por el derrumbe del imperio de Hammurabi. En casos semejantes era lógico que los nómadas emigraran hacia otras comarcas donde vivir al menos en paz. Dentro de esas migraciones pueden situarse muy bien las de Abraham, que inicia su marcha hasta la tierra de Canaán después de una indudable experiencia religiosa que le marcó de por vida. 

El clan del patriarca se dirigió en primer lugar a Harán, identificada con el valle de Balih, situado entre el Tigris y el Éufrates, y probable origen de su padre Taré, donde murió y recibió sepultura. Esta ruta, que transcurría a lo largo del Éufrates, aseguraba el suministro de agua tanto para su gente como para sus rebaños. Harán era a la vez el punto de partida de las rutas caravaneras que conducían a los países occidentales. Abraham no era un simple nómada errante. Las referencias bíblicas indican que poseía notables riquezas y prestigio. Es muy verosímil que esta riqueza estuviese representada por una gran caravana cuando salió de Harán. Se desconoce si Abraham fue el primogénito de Taré, aunque es citado el primero entre sus hermanos (Gn. 11:26-27). Es posible que esta primacía le haya sido atribuida por su llamamiento como padre del pueblo escogido. De Harán a Canaán existía una ruta que atravesaba Damasco y que muy posiblemente tomó el patriarca al dirigirse hacia el Sur. Tenía 75 años al salir de Harán y habitó 10 años en Canaán antes de tomar a Agar como concubina (Gn. 16:3); cuando Agar tuvo a Ismael, Abram tenía 86 años (Gn. 16:16); en consecuencia, el viaje de Harán a Canaán debió durar menos de un año. Durante los primeros diez años de su peregrinación en Canaán, Abraham plantó sus tiendas en Siquem, donde Dios le prometió aquella tierra para él y para su descendencia. Allí edificó un altar a Yahvé. Pasó después a Bet-el, donde erigió otro altar invocando el nombre de Yahvé (Gn. 12:6-8). Se desató una hambruna y Abraham descendió a Egipto, donde, temiendo por su vida, dijo que Sara era su hermana; por su belleza fue llevada a la casa de Faraón, pero Dios la protegió y Abraham y Sara fueron expulsados de Egipto después de una reprensión (Gn. 12:10-20). 

Volvió a Canaán y se asentó de nuevo en Bet-el, ante el altar que antes había erigido (Gn. 13:3). Visto el gran incremento de sus riquezas en ganado, surgieron riñas entre sus pastores y los de su sobrino Lot, por lo que decidieron separarse. Abraham cedió a Lot el derecho de elegir a dónde dirigirse (Gn. 13:9) y este escogió el valle del Jordán (Gn. 13:11). Abraham entonces se trasladó al encinar de Mamre, en Hebrón. Allí el patriarca erigió un altar (Gn. 13 :18) y recibió la visita divina por la que se le prometió toda la tierra que podía ver y una innumerable descendencia (Gn. 13:14-17). Habitó en Mamre al menos 15 años, y tal vez 23 o 24. Adquirió una cueva en Macpela y entró en alianza con unos príncipes > amorreos (Gn. 14:13). Con ellos emprendió una expedición de castigo contra Quedorlaomer y otros reyes coligados con él que habían invadido Sodoma y Gomorra, las habían saqueado, y habían llevado cautivos a sus habitantes, entre ellos a Lot. 

Después de su victoria sobre estos reyes y la liberación de Lot y los demás, Abraham rehusó tomar ni un hilo del despojo que le ofrecía el rey de Sodoma; no quería enriquecerse de botín semejante (Gn. 14:23), pero recibió la bendición de Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibirle con pan y vino: a este entregó Abraham los diezmos de todo. Dios se le reveló entonces como su escudo y su gran galardón. Con el tiempo, el patriarca se convirtió en lo que los árabes llaman un sheij, un jeque, que con sus tiendas, su ganado y sus centenares de hombres atravesaba la tierra de Canaán. Lamentándose Abraham de su falta de descendencia, Dios le confirmó su promesa (Gn. 15:5). A su pregunta de cómo iba a saber él que iba a poseer la tierra, Dios dispuso una alianza sellada con un sacrificio, como era la costumbre en Oriente (Gn. 15:9-10). Sin embargo, este pacto no fue confirmado por las dos partes, sino únicamente por Dios (Gn. 15:17-21), que bajo la apariencia de una antorcha de fuego pasó entre los animales divididos, mientras Abraham quedaba postrado por una intervención sobrenatural. De esta forma Dios se ligó incondicional y unilateralmente a Abraham. La cuestión del heredero de Abraham refleja con exactitud la mentalidad de la época. Al verse sin hijos, Abraham pensó que su siervo Eliezer sería su sucesor, literalmente «hijo de herencia», en heb. ben meshek. Sin embargo, 13 años después la promesa se verificaría fielmente. En el ínterin y por sugerencia de Sara, conforme a las costumbres del momento, el patriarca tomó a su criada Agar para cohabitar con ella y engendrar un hijo, > Ismael (cf. Gn. 16:2; cf. Gn. 30:3). Pero Dios se volvió a revelar a Abraham cuando el patriarca contaba ya 99 años de edad bajo la advocación de «el Dios Todopoderoso» (El-Shaddai), nombre que indica que todos los recursos se hallan en él. Entonces cambió el prístino nombre del patriarca, Abram, por el de Abraham, debido a que iba a ser el padre de muchedumbre de gentes o naciones. Yahvé, renovando su pacto con Abraham, le prescribió el signo de la circuncisión, que puso en práctica en el acto. También cambió Yahvé el nombre de Sarai por el de > Sara, porque iba a ser una princesa e iba a tener un hijo (Gn. 17). Abraham acogió a tres visitantes. Dirigiéndose dos de ellos a > Sodoma, el tercero dijo: «¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer?» Según Jn. 15:14, 15, aquí tenemos la razón de que Abraham sea llamado «el amigo de Dios» (2 Cro. 20:7; Is. 41:8; Stg. 2:23). Dios le reveló sus propósitos y Abraham se vio con libertad para interceder por los hipotéticos justos de Sodoma en un número que fue reduciendo hasta diez. Al no haberlos, Sodoma fue destruida y únicamente Lot y sus hijas escaparon, siendo evacuados de la ciudad por los ángeles (Gn. 18,19). 

Al cabo de unos 15 años, durante la infancia de Ismael, en Gerar, nuevamente Abraham hizo pasar a Sara por hermana suya. Por intervención de Dios se evitó que la inclusión de Sara en el harén del rey de Gerar concluyera en pecado. Abraham fue de nuevo reprendido, esta vez por Abimelec (Gn. 20:2). Con el nacimiento de Isaac (Gn. 21:2), surgieron conflictos en el hogar, y Agar e Ismael fueron expulsados (Gn. 21:9-21). Tras varios incidentes con los hombres de Abimelec sobre pozos abiertos por Abraham, se estableció un pacto y Abraham dio a su pozo el nombre de > Beerseba (Gn. 21:31), es decir, «pozo del juramento». Habiendo ya crecido Isaac (Flavio Josefo le supone una edad de 25 años), Dios probó la fe del patriarca al ordenarle le ofrecier a su hijo en holocausto. Abraham obedeció y cuando estaba a punto de sacrificar a su hijo, fue detenido por Dios, con lo que sacrificó un cordero en su lugar. Triunfante en la prueba, Dios le confirmó la promesa incondicional de que en su simiente serían benditas todas las naciones de la tierra (Gn. 22:18; cf. Gal. 3:14-18). Veinte años después, Sara murió a la edad de 127 años. Abraham, todavía nómada y peregrino en tierra extraña, la sepultó en la cueva de > Macpela (Gn. 23). 

La familia patriarcal era endogámica, exigía que ambos esposos perteneciesen al mismo clan. Por esta razón Abraham tuvo gran cuidado en que Isaac no contrajera matrimonio con las hijas de los cananeos y envió a su siervo a su propia familia a fin de conseguir allí una esposa para su hijo, que resultó ser Rebeca (Gn. 24). Tras la muerte de Sara, Abraham pasó alrededor de 38 años en el Negev y se desposó con > Cetura. Tuvo además varias concubinas, de las que engendró hijos; a todos ellos les dio dones y los envió al Oriente, a fin de que Isaac pudiera morar pacíficamente en la Tierra Prometida (Gn. 25). Murió a la edad de 175 años, y fue sepultado con Sara.