El Alfa y la Omega

Título metafórico de Dios y de Cristo tomado de la primera y la última letra del alfabeto griego. El Apocalipsis lo aplica tres veces a Dios y a Jesucristo para indicar que son «el primero y el último», «el comienzo y el fin», «el que es, el que era y el que a de venir» (Apocalipsis 1:8). 

Alfa y Omega

Dicho de Jesucristo significa una confesión de su naturaleza divina. Como título equivale al texto profético: «Yo Yahvé, el primero, y yo el mismo con los postreros» (Isaías 41:4; 46:6). La áleph y la tau, , son la primera y la última letra respectivamente del alefato hebreo, como Alpha α, y Omega, Ω , lo son del griego. 

La designación simbólica de la Divinidad por medio de la primera y de la última letra del alfabeto era de uso común entre los rabinos, en cuyas enseñanzas se mostraban varias combinaciones de la primera y de la última letra del alfabeto. Así, por ejemplo «observar la Ley desde el áleph hasta la tau», significa guardar toda la Ley. Desde la interpretación mística judía la áleph indica que Dios es el primero sobre todo. No había nadie antes que él de quien hubiera podido recibir la plenitud de la verdad. La tau significa, de modo semejante, que Dios es el ultimo del todo. No habrá nadie después de él a quien él pueda delegarle algo. 

Al atribuirle a Cristo el título que los profetas y la tradición dan al Dios verdadero, el autor del Apocalipsis muestra la identidad esencial de ambos. En el contexto del NT implica que Cristo tiene poder para guardar y mantener sus promesas y sus juicios, y que puede juzgar a los hombres como Señor soberano. 

La literatura cristiana antigua utilizó la frase «Yo soy el Alpha y la Omega» para expresar la divinidad de Cristo y la trascendencia divina en sus atributos de infinidad, eternidad, causalidad universal, de la que procede toda vida. Esta fórmula parece haber sido tomada de la sinagoga. El Alpha y la Omega sustituyeron a la Áleph y la Tau. 

El filósofo Platón describía a Dios de forma análoga: arkhén te kaí teleutén kaí mesa ton onton hapanton ekhon, o sea «tiene en sus manos el principio, el fin y el medio de todas las cosas» (Leyes, IV, 715). El símbolo Alpha y Omega fue escrito bajo los brazos de la cruz dentro de un círculo o triángulo. Se han encontrado monedas de los emperadores Constancio y Constantino que lo contienen. Los primeros cristianos llevaban estas dos letras grabadas en sus sortijas. El Alpha y la Omega a veces se encuentran escritos en el nimbo o halo del Cordero, p. ej. en las pinturas de las catacumbas de Pedro y Marcelino, del siglo III.

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