La Desolación de Lea

Así lo hizo Jacob, y cuando terminó la semana nupcial de la primera [Lea], Labán le entregó a Raquel por esposa

Génesis 29:28 

Es difícil no sentir lástima por Lea, casándose con un hombre que amaba a su hermana, manipulada por su padre, lo que la termino convirtiendo en parte del engañó que afecto a Jacob, quien había trabajado siete años por el derecho a casarse con su hermosa hermana Raquel. 



El Inicio del Dolor

Labán puso a su hija mayor y menos agraciada, Lea, en el lecho de Jacob la noche de bodas. 

¿Cuánto sabía Lea de este plan? ¿No paso por su mente la tristeza que esa trama le causaría a su hermana? ¿Tenía temor de su padre, siendo una víctima inocente de su intriga? No lo sabemos. Pero la situación que Labán tramo hizo que la vida familiar de su hija fuera increíblemente compleja y agonizante. 


Para “resolver” este problema matrimonial, Labán sugirió que Jacob se casase con Raquel a cambio de otros siete años más de trabajo. Ambas hijas debieron de haberse sentido manipuladas por su padre, quien claramente quería mantener a un buen trabajador a expensas de la felicidad de sus propias hijas. Jacob amaba a Raquel, y todos en el campamento probablemente lo sabían. Pero Dios tuvo compasión de Lea, la no amada, y le dio hijos, mientras que retuvo hijos a Raquel.


Una Familia Agrietada

Raquel recibió el amor de su esposo, pero Lea recibió la bendición de Dios, de tener hijos. Desgraciadamente, Lea creía que tener bebés era la manera de ganarse el corazón de su esposo; y Raquel se volvió tan celosa de la fertilidad de su hermana que comenzó una propia trama personal de “¿puedes superar esto?” que hizo desgraciados a todos en la familia. Raquel le dijo a Jacob que tomase a su sirvienta, Bilhá, como concubina, algo que Lea también hizo con su sirvienta, Zilpá.


Bilhá tuvo dos hijos, y Raquel sintió que había ganado. Entonces Zilpá tuvo a Gad y Aser, y Lea se regocijó en ello. Un día, el primer hijo de Lea, Rubén, encontró algunas raíces de mandrágora, de las cuales se creía de modo supersticioso que afectaban a la fertilidad. La desesperada Raquel suplicó a su hermana que se las diera, y la profundidad del dolor de Lea está clara en su triste respuesta: “¿Te parece poco el haberme quitado a mi marido, que ahora quieres también quitarme las mandrágoras de mi hijo?” (Génesis 30:15). A cambio de las mandrágoras, Raquel ofreció a Lea la oportunidad de dormir con su esposo, lo que hizo que esta quedara embarazada nuevamente. Tuvo otros dos hijos antes de que Dios diese a Raquel su primer hijo: José.


Jacob y Raquel

Cuando Dios le dijo a Jacob que regresara a su tierra natal, Lea y Raquel no pusieron objeciones, probablemente porque Labán no había sido un padre tan maravilloso. Ellos se fueron, con todos los rebaños que Jacob había recibido de su suegro, mientras Labán no estaba. Sólo una vez más vería Lea a su padre, cuando él siguió a toda la familia de Jacob que huía, no por preocupación por sus hijas sino para buscar algunos ídolos que no estaban. Él ni siquiera trató de reclamar a sus hijas o a sus nietos, aunque finalmente creó un pacto entre él mismo y su yerno que tenía en cuenta el bienestar de sus hijas. Más adelante, cuando Jacob se enfrentó a su engañado hermano Esaú, cuya ira temía, dejó claro qué esposa era la más importante: Lea fue situada más cerca del peligro que Raquel. ¡Cómo le habrá dolido eso a Lea! Pero más dolor se acercaba. En el viaje al hogar de Jacob, la hija de Lea, Dina, fue violada por un príncipe de aquellas tierras. Parecía como si la desgracia fuese lo que le correspondía a Lea en esta vida. 


Final Trascendente

Lea puede que haya sido la mujer menos amada de la Biblia. Aunque no fue por culpa de ella, nunca tuvo el afecto de su esposo, solamente tuvo sus hijos. Tampoco su intrigante padre se interesaba por ella. Pero Lea nos muestra lo que Dios puede hacer, aun con un corazón herido. Aunque ella no tenía nada que se aproximase a una vida perfecta, Dios la bendijo de maneras tan insuperables, al ser la progenitora de la línea sacerdotal de Israel a través de su tercer hijo, Leví, y al dar a luz a la Realeza de la Casa de Israel y ancestro del propio Mesías, Judá, que a pesar de no haberlos visto en vida, ella llego a enterarse más adelante desde una perspectiva mas celestial. 

La Historia de Lea