Es un nuevo capitulo apócrifo añadido a la ya compleja antología de narraciones del libro de Daniel, que a pesar de no estar en el Canon Bíblico Final, este nos enseña mas sobre la cultura y pensamiento religioso de los cautivos en Babilonia. Se trata ahora de poner en ridículo ante los creyentes israelitas el culto idolátrico de la poderosa Babilonia, la cual es admirada por los pequeños pueblos del antiguo Oriente. En la LXX (Septuaginta) se dice que la narración está tomada de “la profecía de Habacuc, hijo de Jesús, de la tribu de Leví,” lo que parece indicar que formaba parte de otra colección de relatos, pero el fondo histórico es muy confuso.
"Daniel Rehusa Adorar al ídolo Bel"
Reunióse Astiages con sus padres, sucediéndole en el reino Ciro el persa. Era Daniel uno de los comensales del rey y el más honrado de todos sus amigos. Tenían los babilonios un ídolo llamado Bel, que cotidianamente consumía doce altabas de harina, cuarenta ovejas y seis metretas de vino. El rey le veneraba e iba cada día a adorarle, pero Daniel adoraba a su Dios.
El rey le dijo: ¿Por qué no adoras a Bel?
A lo que Daniel respondió: Porque yo no adoro ídolos hechos por manos de hombres, sino al Dios vivo, Hacedor del cielo y de la tierra y soberano de toda carne.
El rey le replicó: ¿Crees que Bel no es un dios vivo? ¿No ves cuánto come y bebe cada día?
Le contestó Daniel, riendo: No se deje engañar el rey; éste, que por dentro sólo es barro y por fuera sólo bronce, no ha comido jamás.
Se ha supuesto que esta narración debía seguir a la del capitulo 6 (Daniel en el Foso de los Leones), pues es muy similar por su contenido. Se hace mención de Astiages quien fue el último rey de Media, vencido y suplantado por Ciro 1, que unió el reino de aquél al imperio persa que éste creó. El rey de que se habla en este capítulo parece ser Ciro, aunque no se especifica expresamente.
La Cantidad de Ofrendas
Bel era la divinidad patronal de Babilonia, llamada también Marduk. Las ofrendas eran muy considerables. De ellas nos hablan los textos cuneiformes y el mismo historiador Herodoto. Las cantidades que da la Biblia son exorbitantes: doce artabas de flor de harina (seis hectolitros), que correspondía a la oblación al ídolo; cuarenta ovejas (sacrificio en derramamiento de sangre) y seis metretas de vino (libaciones diarias), es decir, unos dos hectolitros de vino.
La Actitud de Ciro el Persa
Ciro fue muy condescendiente con los cultos religiosos de los pueblos vencidos. Aquí aparece como muy devoto del dios babilonio Bel. Naturalmente, Daniel, como en el capitulo 6, no admite más Dios que el de sus padres, Creador de todo y soberano de toda carne, es decir, de todos los hombres.
Para Daniel sólo Yahvé es el Dios vivo, mientras que el ídolo de Babilonia es de barro por dentro y de bronce por fuera. El rey le replica que también es vivo, puesto que come grandes cantidades de ofrendas. La respuesta de Daniel es irónica y da lugar a una apuesta ofrecida por el mismo rey.
"Daniel Revela la Verdad de Bel"
Encolerizado el rey, llamó a los sacerdotes y les dijo: Si no me decís quién consume todas estas provisiones, moriréis; pero, si me hacéis ver que es Bel quien las consume, morirá Daniel por haber blasfemado contra Bel.
Contestó Daniel al rey: Hágase según tu palabra.
Setenta eran los sacerdotes de Bel, fuera de sus mujeres e hijos. Vino el rey con Daniel al templo de Bel, y le dijeron los sacerdotes: Nosotros saldremos fuera, y tú, rey, pondrás los alimentos y el vino mezclados y -cerrarás la puerta y la sellarás con tu anillo, y si al venir por la mañana no hallamos que los alimentos han sido consumidos por Bel, moriremos; en caso contrario, Daniel nos habrá calumniado.
Estaban ellos muy confiados, porque debajo de la mesa habían hecho una entrada secreta, por la cual se introducían siempre para consumir las provisiones.
Así que salieron ellos y el rey colocó las provisiones, ordenó Daniel a sus siervos que trajeran ceniza, y en presencia del rey solo, la extendieron por todo el pavimento del templo. Después salieron y cerraron las puertas; luego de sellarlas con el sello real, se retiraron.
Por la noche vinieron, como de costumbre, los sacerdotes con sus mujeres e hijos y comieron y bebieron todas las provisiones.
Madrugó el rey muy de mañana, y Daniel con él, y dijo el rey: Daniel, ¿están intactos los sellos?
Daniel contestó: Intactos, rey.
Abrió luego las puertas y miró el rey a la mesa, y dijo en alta voz: Grande eres, Bel, y no hay en ti engaño alguno. Se sonrió Daniel, y deteniendo al rey para que no entrase dentro, le dijo: Mira el pavimento y ve de quién son estas pisadas.
Respondió el rey: Veo pisadas de hombres, de mujeres y de niños. E irritado el rey, hizo prender a los sacerdotes, a sus mujeres e hijos, que le mostraron la puerta secreta por la que entraban a consumir lo que se colocaba sobre la mesa, y los mandó matar. Después entregó Bel a Daniel, que lo destruyó, así como su templo.
(Daniel 14:8-22 Biblia Jerusalén 1976)
El rey sospechó algún fraude de parte de los sacerdotes y propuso una comprobación del hecho. Los sacerdotes y Daniel aceptan. Aquéllos habían hecho una puerta oculta para entrar sin romper el sello que el rey puso en la entrada oficial. La sagacidad de Daniel sospechó esto, y sin que los sacerdotes supieran nada, mandó echar ceniza por el pavimento. Por la noche los sacerdotes y sus familias entraron en el templo y se llevaron las provisiones. El rey, al día siguiente, constata con Daniel que las provisiones han desaparecido sin que el sello de la puerta haya sido roto. Cuando empieza a cantar un himno de reconocimiento a Bel, Daniel le hace observar las pisadas en el pavimento. El rey se convence del fraude y manda matar a los impostores y destruir el ídolo y el templo.
Objetivo del Relato
No consta en los documentos profanos que Ciro haya destruido el famoso templo de Bel-Marduk de Babilonia, como se indica en el verso 22. Por Herodoto sabemos más bien que fue saqueado por Jerjes en el siglo V a.C., mucho tiempo después de Ciro. Estas imprecisiones históricas son frecuentes en el capitulo 14 de Daniel, cuyos relatos, de muy diversa índole, han sufrido muchos retoques redaccionales. De su historicidad ha de juzgarse teniendo en cuenta la índole literaria judia. El escritor ha querido recoger relatos tradicionales en los que brilla el poder del Dios único para edificación de sus lectores. Y muchas veces, no siempre, el sentido de precisión histórica preside sus relatos de índole netamente religiosa.
"Daniel Mata al Dragón Babilonio"
Había también un gran dragón, muy venerado de los babilonios.
Dijo el rey a Daniel: ¡No dirás de éste que es hecho de bronce! Mira que está vivo y come y bebe; de éste no podrás decir que no es dios vivo. Adórale, pues.
A lo que Daniel contestó: Al Señor, mi Dios, adoraré, porque El solo es Dios vivo. Si tú, rey, me lo permites, yo mataré a este dragón sin espada ni palo.
Respondióle el rey: En tu poder está. Y tomando Daniel pez, grasa y pelos, lo hirvió todo junto, e hizo unas bolas, que luego dio al dragón, el cual las comió, reventando con ellas. Y dijo: Mirad lo que venerabais.
Cuando esto oyeron los babilonios, se irritaron sobremanera y se amotinaron contra el rey, diciendo: El rey se ha hecho judío. Ha derribado a Bel, ha matado al dragón y ha degollado a sus sacerdotes. Y llegándose al rey, le dijeron: Entréganos a Daniel; si no, te mataremos a ti y a tu casa. Y viéndose el rey muy acosado, les entregó a Daniel a la fuerza, y le arrojaron al foso de los leones.
(Daniel 14:23-31 Biblia Jerusalén 1976)
Adoración hacia los Animales
Sigue la narración apologética para destacar la omnipotencia del Dios de los judíos y la inanidad de los ídolos paganos. Ahora es un dragón, el adorado como dios por los babilonios, la víctima del celo monoteísta de Daniel. Las serpientes eran muy veneradas entre los babilonios (teriolatría, adoración a los animales), y parece que hay indicios de que se daba culto a serpientes vivas. El dragón era símbolo de Tiamat, el dragón-océano de la antigua mitología mesopotámica.
Daniel, despectivamente, se compromete a matar sin armas al dragón venerado por los babilonios; en efecto, le da de comer cosas indigeribles, y el dragón muere al punto. La noticia de la muerte del dragón irritó a los habitantes de Babilonia, que van a pedir cuentas al rey, al que consideran convertido al judaísmo por consentir en todo lo que pedía Daniel. El rey, atemorizado, les entrega a Daniel, el cual fue arrojado de nuevo al foso de los leones.
Daniel es Auxiliado por Dios
Había allí siete leones y allí estuvo Daniel siete días. Daban a los leones cada día dos cuerpos humanos y dos ovejas. Pero durante aquellos días no les dieron nada para que devorasen a Daniel. Vivía entonces en Judá el profeta Habacuc, el cual, cocida la comida y mojado el pan en la cazuela, se iba al campo para llevarlo a los segadores. Pero el ángel del Señor dijo a Habacuc: Lleva la comida que tienes preparada a Daniel, que está en Babilonia en el foso de los leones. Y contestó Habacuc: Señor, nunca he visto a Babilonia y no sé qué es el foso de los leones. Y tomándole el ángel del Señor por la coronilla, por los cabellos de su cabeza, le llevó a Babilonia, encima del foso, con la velocidad del espíritu. Y gritó Habacuc: ¡Daniel, Daniel! toma la comida que Dios te envía. Y contestó Daniel: En verdad, ¡oh Dios! te has acordado de mí, pues no abandonas a los que te aman. Y levantándose, comió, y al instante el ángel de Dios restituyó a Habacuc a su lugar.
(Daniel 14:32-39 Biblia Jerusalén 1976)
El relato se desarrolla siempre con recargo de lo milagroso, muy en consonancia con el género literario midrashico (novela edificante). Los prodigios se multiplican: Daniel estuvo siete días en el foso con siete leones hambrientos, a los que se privaba de la ración diaria de dos cuerpos humanos y de dos ovejas; y, sin embargo, se abstuvieron de tocarle; por fin, Dios le envió desde Judea al profeta Habacuc para que le trajera la comida. Daniel la recibe y da gracias a Dios, que no le abandonó en el foso de los leones.
El rey da gloria a Dios
Al día siguiente vino el rey a llorar a Daniel, y, llegando al foso, miró y vio a Daniel sentado. Entonces, levantando la voz, dijo: ¡Grande eres, Señor, Dios de Daniel, y no hay otro fuera de ti!
Y le sacó del foso y arrojó en él a los causantes de su condena, que al instante en su presencia fueron devorados. Entonces el rey dijo: Teman todos los moradores de la tierra al Dios de Daniel, porque es el verdadero salvador, que hace milagros y maravillas en la tierra y ha librado a Daniel del foso de los leones.
(Daniel 14:40-43 Biblia Jerusalén 1976)
La conclusión del episodio es muy similar a las palabras que Nabucodonosor pronunciaba luego de ver un milagro; aquí es Ciro el persa quien le da Gloria a Dios. La situación es en todo semejante, y el estilo convencional del relato, el mismo: Daniel es liberado, y el rey reconoce públicamente la omnipotencia del Dios de Daniel y arroja en el foso a los que le habían condenado. Todo ello cae dentro del género literario midráshico, que es una de las características del libro de Daniel en donde se destaca la autoridad de Dios sobre los imperios humanos, a fin de fortalecer la fe de todos aquellos que se encuentran bajo el yugo enemigo.
El capitulo 14 de Daniel, es muy curioso pero también rico culturalmente, al mostrarnos el pensamiento judío de aquella época (año 530 a. C.) y de como ellos veían a los imperios que los oprimían, en este caso el Babilonio y Persa, siempre con la intención de avergonzarlos ante el Dios de Israel.